Caminando desde muy temprano en busca de aves para registrar en Campo Galán (Barrancabermeja), veo a lo lejos algo que me causa curiosidad: un gran árbol de metal que emerge entre un fragmento de bosque húmedo tropical ubicado a pocos metros del gran río Magdalena. Sorprendido, veo a una familia de monos aulladores ( Alouatta seniculus) en él.
Al estar ahí, y ver esa imagen, tomo mis binoculares para observar durante minutos el comportamiento de estos primates; luego tomo mi cámara soportada en el trípode, y la retrato con inmenso desconcierto. Tomo un respiro, y esto me hace cuestionar sobre el importante costo del desarrollo de un territorio, sin importar los pretextos por los que se deforestan bosques húmedos tropicales, hogar de estos primates, que al parecer de forma abrupta se están adaptando al frío metal que se eleva entre estos remanentes en donde tiempo atrás prevalecían frondosos árboles que ocultaban de la luz el suelo húmedo, territorio que poco se consume en un desarrollo desmedido sin equilibrio alguno.
Será que en esa evolución del desarrollo estas estructuras proporcionaran las mismas características de un árbol, como brindan refugio y se convierten en fuente importante de alimento, y, lo más importe, ser la esencia para la conservación de la biodiversidad. Hay que recordar que Los monos aulladores, al igual que las abejas y aves, son polinizadores y dispersores de semillas, lo que contribuye a la diversidad genética de las plantas y a su supervivencia.
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